
The Wizard of Oz
🎬 Año: 1939
⏱ Duración: 1h 43 min
🌍 País: Estados Unidos
🎥 Director: Victor Fleming
📖 Novela: L. Frank Baum
🎭 Género: Aventura, Fantasía, Familia, Musical
💰 Presupuesto: $2,777,000
💵 Taquilla: $33,754,967
🌪️ El mago de Oz (1939): espantapájaros sin cerebro, leones en terapia y el timo más brillante de la historia del cine
👢 Dorothy: adolescente con zapatos de rubí y cero paciencia
Dorothy Gale no es la heroína angelical que la memoria colectiva insiste en recordar. Es una adolescente de Kansas harta de vivir rodeada de polvo, gallinas y adultos que nunca escuchan. Su perro Totó es el único con un poco de chispa en esa granja depresiva. ¿La solución? Un tornado bíblico que la arranca de la rutina y la lanza a un universo donde de repente todo el mundo canta, baila y la trata como si fuera la elegida.
Dorothy no busca aventuras: busca volver a casa. Es, paradójicamente, la heroína más pasiva de la historia. Le pasan cosas, se encuentra gente, alguien más resuelve. Sus zapatitos brillan más que su iniciativa. Y aun así, todos la veneran.
🧠 El Espantapájaros: el filósofo improvisado
El Espantapájaros asegura que no tiene cerebro. Lo dice él mismo, pero a la vez es quien más reflexiona, el que plantea planes y el que discute como si llevara un título en lógica aristotélica. Es la prueba de que la inseguridad es más poderosa que la realidad: alguien que se cree incapaz aunque esté demostrando lo contrario a cada paso.
En su búsqueda de un cerebro, lo que encuentra es un diploma: la validación burocrática que convierte lo obvio en “oficial”. Un comentario mordaz sobre lo que llamamos educación y conocimiento: más papeles que pensamiento.
🪓 El Hombre de Hojalata: lágrimas oxidadas
El Hombre de Hojalata llora porque no tiene corazón. Ironic twist: se pasa la película sufriendo y mostrando más sensibilidad que el resto del grupo junto. Es el trabajador industrial reducido a máquina, convertido en chatarra emocional por el sistema que lo fabricó.
Cuando al final el Mago le concede una especie de reloj en forma de corazón, el mensaje es claro: no necesitas sentir, necesitas un símbolo que diga que sientes. De nuevo, la crítica mordaz a cómo la sociedad necesita pruebas externas para aceptar lo interno.
🦁 El León Cobarde: ansiedad con melena
El León necesita valor, dice él. Lo que tiene en realidad es un cuadro completo de pánico escénico y dependencia afectiva. Llora, tiembla, se encoge detrás de sus amigos… y aun así sigue avanzando. Su falta de valor es más bien la incapacidad de reconocerse como valiente.
El Mago le da una medalla, y listo: problema resuelto. El sarcasmo es evidente: en Oz, como en la vida, no necesitas cambiar, solo necesitas una chapita que lo certifique.
🧙♀️ Las brujas: la política en Technicolor
La Bruja Mala del Oeste es la única honesta. Quiere poder y lo dice sin adornos. Es cruel, sí, pero directa. La matan con un balde de agua, un final indigno que parece una broma: la villana más temida derrotada con un gesto de fregona.
Glinda, la Bruja Buena, es más peligrosa de lo que aparenta. Sonríe con voz dulce, pero manipula a Dorothy desde el principio. Sabe que tiene los medios para regresar a casa, pero decide callarse y dejar que la chica se enfrente a brujas y monos voladores “para aprender”. La crueldad disfrazada de pedagogía.
🧙♂️ El Mago: charlatán de manual
Cuando por fin llegan a él, el Mago resulta ser un hombre corriente, oculto detrás de humo y maquinaria. Es el fraude condecorado: un impostor que sostiene su autoridad con teatro. Lo interesante no es que sea un farsante, sino que todos aceptan sus diplomas, medallas y discursos como si fueran verdad revelada.
El Mago no da nada real, solo papel, medallas y frases. Y eso basta. Es la sátira más cruel sobre el poder: no importa la verdad, importa el envoltorio.
🎶 Somewhere Over the Rainbow: escapismo en technicolor
El gran himno de Dorothy no es una canción inocente, es un lamento. Habla de escapar de la mediocridad, de buscar un mundo mejor porque el que tienes es insufrible. Es un grito disfrazado de nana.
La ironía es que la película termina diciendo lo contrario: “no hay lugar como el hogar”. Traducido: sueña lo que quieras, pero no intentes cambiar nada. El mensaje conservador camuflado entre arcoíris.
🎥 Oz: viaje ácido en Technicolor
La llegada de Dorothy a Oz es un subidón visual: del sepia rural al color saturado. Es un viaje lisérgico en toda regla, con enanos cantarines, caminos amarillos que parecen diseñados por un publicista en éxtasis y criaturas imposibles que rozan lo grotesco.
El Technicolor no es solo estética: es el engaño brillante que maquilla un relato de control, miedo y poder disfrazado de cuento infantil.
⚖️ El truco del guion: ya lo tenías todo
El gran giro del viaje es que cada uno ya poseía lo que buscaba: cerebro, corazón, valor. Dorothy también: el poder de regresar a casa. Todo lo demás fue un rodeo cruel para descubrir lo evidente.
La moraleja oficial es inspiradora. La lectura ácida es otra: necesitas que un fraude te diga que vales para creértelo. Necesitas cruzar mundos imposibles para reconocer lo que tenías al lado.
🌈 Conclusión: Oz como espejo de la vida
El mago de Oz no es un cuento dulce. Es una sátira sobre cómo buscamos fuera lo que tenemos dentro, sobre cómo confiamos en figuras de autoridad que no son más que charlatanes con cortinas, y sobre cómo la sociedad necesita diplomas, medallas y títulos para aceptar lo que ya es evidente.
Dorothy vuelve a casa con la lección aprendida: el hogar es todo lo que hay. Pero el espectador que rasca un poco descubre la verdad incómoda: Oz no es más mágico que Kansas, solo más honesto en su teatralidad.
El ácido final: todos somos el Espantapájaros, el León, el Hombre de Hojalata y Dorothy al mismo tiempo. Con inseguridades, deseos de reconocimiento, ansiedades y la obsesión constante de buscar fuera una validación que ya deberíamos darnos dentro.