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Oldboy (2003)

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7/10 - (1 voto)
🎞️ De culto
Póster de Oldeuboi

Oldeuboi

🎬 Año: 2003

⏱ Duración: 2h 00 min

🌍 País: Corea del Sur

🎥 Director: Park Chan-wook

📖 Novela: Nobuaki Minegishi

🎭 Género: Misterio, Suspense, Acción, Drama

💰 Presupuesto: $3.000.000

💵 Taquilla: $17.617.021

Oldboy: venganza, tentáculos y traumas gourmet en salsa coreana

(O por qué Park Chan-wook nos hizo odiar la vida y amar el cine al mismo tiempo)

¿Listo para un viaje donde la depresión se sirve cruda y el sushi viene con tentáculos vivos? Porque eso es Oldboy: una montaña rusa que empieza en un bar de mala muerte y termina en un acantilado moral donde la única salida es la hipnosis… o la muerte.

Si creías que el cine coreano era todo sonrisas, K-pop y tazas de ramen, Park Chan-wook llega en 2003 para decirte: “Agarra este martillo y arranca tus ilusiones, porque aquí solo hay sangre, soju barato y secretos incestuosos”.


Prólogo con whisky: 15 años en una celda y un corte de pelo gratis

La historia arranca con Oh Dae-su, un tipo que en el minuto uno ya se ha ganado nuestro desprecio: borracho, pesado y con pinta de oficinista al que despidieron por hacer chistes sexistas en la fotocopiadora. Lo arrestan, lo sueltan… y ¡bam! Desaparece como tu dignidad en la última boda a la que fuiste.

Despierta en una celda cutre, con tele, cama y comida que parece delivery premium comparado con algunos Airbnb. ¿Qué ha hecho? ¿Por qué está ahí? Nadie lo sabe, pero durante 15 años este caballero aprende artes marciales con la pared como sparring, se tatúa el calendario en la piel y se alimenta de odio y dumplings rancios.

Mientras tanto, en el mundo exterior, nadie lo busca. Nadie lo recuerda. Bienvenido al nihilismo coreano: si desapareces, la vida sigue, y Netflix estrena otra serie mediocre.

Cuando finalmente lo liberan en una azotea, sin explicación, sin disculpas y sin un vale descuento para terapia, sabes que algo grande y jodido se viene. Spoiler: no tienes idea de cuán jodido.


El martillo como filosofía de vida

Si John Wick tiene su perro, Dae-su tiene su martillo. Esa escena en la que atraviesa un pasillo lleno de matones es un ballet de violencia proletaria: coreografía perfecta, sudor real, huesos crujientes y ni un solo corte que te dé respiro. Olvida a Marvel y sus explosiones CGI; esto es cine con olor a sangre y grasa humana.

El martillo se convierte en símbolo: cuando el sistema te destroza, tú le arrancas las muelas al sistema a martillazos. Ni Sun Tzu, ni Nietzsche, ni Paulo Coelho: Park Chan-wook te enseña que la única filosofía que importa es “golpea hasta que sangren los créditos”.


Mi-do: amor en tiempos de hipnosis

Porque nada dice “bienvenido a la libertad” como enamorarte de la primera chica que te sirve sushi vivo. Mi-do aparece como un suspiro en medio del caos, como la promesa de ternura en un mundo podrido… hasta que te das cuenta de que Park Chan-wook no vino a darte caricias, sino bofetadas existenciales.

Su relación con Dae-su es incómoda desde el minuto uno: ¿es amor verdadero o síndrome de Estocolmo con salsa de soja? Pero no te preocupes, que la respuesta no solo es incómoda: es la peor reunión familiar en la historia del cine.


Woo-jin: el villano que haría llorar a Freud

Ah, Woo-jin. Traje impecable, sonrisa helada y una venganza cocinada a fuego lento durante décadas. Este hombre no quiere matarte: quiere que desees estar muerto. Y para eso, diseña el plan maestro: convertir tu vida en una telenovela incestuosa patrocinada por el diablo.

Cuando se revela el giro final, sientes dos cosas:

  1. Que necesitas una ducha fría y un exorcismo.
  2. Que Park Chan-wook merece un altar por atreverse a llevar el concepto de “plot twist” a niveles que harían sonrojar a Hitchcock.

La escena del pulpo: gastronomía hardcore

Seamos honestos: nadie recuerda a Dae-su comiendo arroz. Todos recuerdan el momento National Geographic meets porno gastronómico, cuando nuestro héroe devora un pulpo vivo, tentáculos y todo. Es brutal, es asqueroso, es… bello en su demencia.

Dato real: el actor Choi Min-sik se comió CUATRO pulpos reales para la escena. Hoy sería ilegal, pero en 2003 era solo “arte extremo”. Cada tentáculo retorciéndose es como un spoiler visual: la vida se te va a atragantar, y no hay agua suficiente para bajarla.


Hipnosis, incesto y karaoke existencial

Si pensabas que el horror máximo era la cárcel, espera a ver el desenlace: hipnosis como terapia exprés, recuerdos manipulados, y un hombre que decide amputar su lengua para expiar culpas.

Aquí Park Chan-wook te mira y dice:
“¿Querías justicia? Toma, aquí tienes poesía griega mezclada con porno vengativo y trauma edípico”.
Todo aderezado con una música que parece sacada de una pesadilla romántica.


Un espejo roto llamado Corea

Detrás del martillo, los tentáculos y las cicatrices, Oldboy habla de algo más grande: la sociedad coreana como máquina de represión y venganza.

  • Familias destruidas por la vergüenza.
  • Secretos que se guardan hasta pudrirse.
  • Una moral que huele peor que la celda de Dae-su.

Es cine negro con kimchi, donde el honor se mezcla con la podredumbre y donde el pasado no se entierra: se sirve crudo, como un pulpo vivo.


Hollywood lo intentó… y fracasó

Sí, hicieron un remake en 2013. Sí, lo dirigió Spike Lee. Y sí, fue una mierda. Porque Oldboy no se puede copiar:

  • No puedes domesticar su brutalidad para el público americano.
  • No puedes explicar su tragedia griega sin parecer una parodia.
  • Y no puedes poner a Josh Brolin comiendo sushi y esperar que funcione.

El original es único porque no es solo violencia estilizada: es dolor emocional servido como banquete cinematográfico.


Epílogo: martillos, tentáculos y cicatrices eternas

Oldboy no es una película para pasar el rato. Es una experiencia que te deja marcas. Cuando terminas, necesitas abrazar a alguien… y luego pedirle el árbol genealógico, por si acaso.

Es poesía salvaje, filosofía de venganza y porno existencial en la misma cinta. Una obra maestra que no solo cuenta una historia: te mete en una cárcel emocional y tira la llave al océano.

¿Conclusión?
Si buscas cine que te reconcilie con la humanidad, huye.
Si buscas cine que te la destroce y encima te haga aplaudir, bienvenido al club de los que ya nunca podrán ver un martillo igual.

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