
Being There
🎬 Año: 1979
⏱ Duración: 2h 10 min
🌍 País: Estados Unidos
🎥 Director: Hal Ashby
📖 Novela: Jerzy Kosinski
🎭 Género: Drama, Comedia
💰 Presupuesto: Desconocido
💵 Taquilla: $30.179.435
Bienvenido Mr. Chance: cuando la inocencia desarma al poder
Un hombre sencillo en un mundo demasiado complejo
Hay películas que llegan como un susurro y se quedan resonando durante años. Bienvenido Mr. Chance es una de ellas. No grita, no corre, no busca el impacto inmediato. Simplemente observa, respira y deja que sus ideas calen con lentitud. Es una sátira política y social disfrazada de fábula moderna. Y también, en el fondo, una reflexión sobre el vacío, el poder y lo que entendemos por sabiduría.
Estrenada en 1979, esta adaptación de la novela homónima de Jerzy Kosinski se convirtió en una rareza poderosa dentro del cine estadounidense de finales de los 70. Una película tranquila en plena era post-Vietnam, post-Watergate, cuando todo parecía volverse más cínico. Y en medio de esa niebla, aparece Chance, un jardinero sin historia, sin educación formal, sin propósito… y que, justamente por eso, se convierte en una figura casi mesiánica.
¿Quién es Chance? Un espejo de la sociedad
Chance es un hombre adulto que ha pasado toda su vida cuidando el jardín de una gran mansión en Washington D. C. No sabe leer ni escribir, su única fuente de conocimiento es la televisión, y su lenguaje está compuesto por frases simples, casi infantiles. Cuando su patrón muere, Chance se ve obligado a salir por primera vez al mundo real. Y ese mundo, extrañamente, lo recibe con los brazos abiertos.
Un accidente lo pone en contacto con una influyente familia política, que interpreta sus frases sobre jardinería como metáforas profundas sobre la economía, el cambio social y la vida. Pronto, sin proponérselo, Chance se convierte en una figura mediática. Todos quieren escucharlo. Todos proyectan en él lo que desean ver. Y él simplemente… está.
Es ahí donde radica el poder del personaje: Chance es un lienzo en blanco. No opina, no juzga, no miente, pero tampoco entiende realmente lo que sucede a su alrededor. Es puro presente. Pura apariencia. Y, sin embargo, se convierte en la voz de una nación confundida.
Peter Sellers en su papel más contenido y brillante
Muchos conocen a Peter Sellers por sus personajes cómicos, exagerados y camaleónicos. Pero en Bienvenido Mr. Chance ofrece algo completamente distinto: una actuación minimalista, contenida, casi etérea. Cada movimiento, cada palabra, cada silencio está medido al milímetro. Es un ejercicio de control absoluto que logra transmitir ternura, desconcierto y una sensación constante de que algo no encaja… y, a la vez, todo funciona.
Sellers luchó durante años para interpretar a Chance. Creía profundamente en el personaje. Y tenía razón: es el papel que mejor define su talento. En su mirada hay algo infantil y a la vez perturbador. Nunca sabemos con certeza qué pasa por la cabeza de Chance. ¿Es un tonto? ¿Un sabio? ¿Una víctima? ¿O simplemente un producto del vacío moderno?
La Academia reconoció su actuación con una nominación al Oscar, aunque el premio finalmente fue para Dustin Hoffman. Aún así, su interpretación en esta película sigue siendo uno de los puntos más altos de su carrera y del cine en general.
Hal Ashby: el director que entendía los matices
Hal Ashby fue uno de los grandes cineastas humanistas del cine estadounidense. Su filmografía está llena de personajes marginados, excéntricos, tiernos, incómodos. En Bienvenido Mr. Chance, demuestra un dominio absoluto del tono. La película camina en una delgada línea entre la comedia absurda, la sátira política y la fábula melancólica. Y nunca pierde el equilibrio.
Ashby evita las explicaciones fáciles. No subraya los momentos clave. Deja que el espectador saque sus propias conclusiones. Eso es algo que se agradece profundamente. Porque esta es una historia que no pretende resolver nada. Solo mostrar. Como haría Chance.
Además, la dirección de fotografía y la puesta en escena refuerzan esa sensación de vacío elegante. Las grandes habitaciones, las tomas simétricas, los silencios prolongados. Todo contribuye a esa atmósfera de reverencia absurda que rodea al protagonista.
Sátira, simbolismo y un final inolvidable
A primera vista, Bienvenido Mr. Chance parece una comedia amable. Pero en su interior late una crítica feroz. A la política, a los medios de comunicación, al culto a la imagen. La película nos muestra cómo un discurso vacío puede ser interpretado como sabiduría si se dice con suficiente aplomo. Cómo la apariencia puede superar a la sustancia. Cómo la televisión, incluso en los años 70, ya empezaba a modelar la percepción pública con peligrosas simplificaciones.
Chance no hace nada. No tiene un plan. No busca manipular a nadie. Y sin embargo, se convierte en asesor de políticos, en estrella de televisión, incluso en posible sucesor del presidente. La ironía es tan clara como inquietante: en un mundo obsesionado con los símbolos, hasta la ignorancia puede parecer una virtud.
Y luego está ese final. Uno de los más misteriosos y debatidos del cine moderno. La imagen de Chance caminando sobre el agua ha sido interpretada de muchas maneras. ¿Es un milagro? ¿Un truco? ¿Una metáfora? ¿Está diciéndonos que todo es apariencia, incluso la gravedad? No hay una respuesta única. Solo una certeza: es una imagen que se queda contigo para siempre.
Curiosidades y legado
El rodaje de la película estuvo lleno de tensiones, especialmente por las diferencias entre Peter Sellers y Hal Ashby. Sellers incluso intentó eliminar la escena post-créditos donde se muestra un blooper, porque sentía que rompía la magia del personaje. Y es cierto que esa escena divide opiniones, aunque hoy se ha convertido en parte del mito de la película.
Bienvenido Mr. Chance ganó el Oscar a Mejor Actor de Reparto para Melvyn Douglas, que interpreta con una mezcla de fragilidad y dignidad al magnate moribundo que acoge a Chance como si fuera un oráculo moderno. La película también fue nominada a Mejor Guion Adaptado.
Con el tiempo, la cinta ha sido revalorizada como una de las más importantes del cine estadounidense del siglo XX. Hoy se enseña en universidades, se estudia en cursos de teoría política y se cita en debates sobre medios de comunicación. Porque el mundo de 1979, con todas sus contradicciones, no era tan distinto del actual.
Chance somos todos: una interpretación personal
Lo que más me fascina de esta película es cómo cada espectador ve algo distinto en Chance. Algunos lo ven como un santo. Otros, como un idiota funcional. Algunos creen que representa la pureza en un mundo corrupto. Otros, que es una metáfora del vacío existencial moderno.
Yo prefiero pensar en Chance como un espejo. Nos refleja. Nos obliga a mirar cómo valoramos la palabra, la imagen, el carisma, el conocimiento. Nos hace preguntarnos si realmente escuchamos lo que se dice, o solo lo que queremos oír.
Y en esa ambigüedad, en esa calma incómoda que deja la película, reside su verdadera genialidad. Porque no te dice qué pensar. Solo te invita a quedarte quieto por un momento… y observar cómo crece el jardín.